El ritmo del endeudamiento nacional en el cual el gobierno del presidente Chávez está sumiendo a Venezuela todavía no ha encendido todas las alarmas que su magnitud exige. Se trata de un festival de deuda contratada buena parte de ella ilegalmente, como es el caso del préstamo con China por US$ 20.000 millones pagadero con envíos de petróleo crudo a un país sediento de energía. También, en estricta contabilidad, habría que incluir los pactos de venta de mineral de hierro por parte de Ferrominera del Orinoco a empresas chinas a cambio de efectivo y los despachos de aluminio que realizan Alcasa y Venalum a la transnacional Glencore a cambio de efectivo para cubrir sus necesidades de caja y cancelar los gastos corrientes.
Tan alarmante como lo anterior fue la colocación de deuda recientemente por parte del Ministerio de Finanzas. Con una emisión de US$ 3.000 millones, el mercado demandó el triple del monto asignado. ¿Qué quiere decir ese exceso de demanda? Que los venezolanos no quieren bolívares sino dólares, tanto para cubrir sus necesidades de importaciones como un instrumento de ahorro. Así de sencillo. La tasa rendimiento al cual se colocaron los bonos fue de 12,75% en dólares, la más elevada del mundo actualmente. Para alguien que puede ahorrar en bolívares ganando 14% está fuera de discusión que era preferible comprar los bonos obteniendo 12,75% en dólares. De allí la avalancha de solicitudes para la adquisición de esos títulos.
Cuando se compara las tasas de interés del bono venezolano a vencerse en 2022 con otras emisiones realizadas a lo largo del mundo, incluyendo la atribulada Grecia, resalta lo costoso que para Venezuela está significando levantar recursos en los mercados financieros. Grecia hizo una emisión de deuda a finales de marzo de 2010 y el cupón del bono fue de 6,0% a pesar de todos los inconvenientes fiscales que este país ha confrontado. Claro está, es una tasa muy elevada comparada con otras naciones de la Unión Europea, pero muy favorable comparada con un país como Venezuela que exporta petróleo a un precio elevado, como el que ha vendo observándose en los últimos meses.
Si se valora respecto a otros vecinos en América Latina, la situación del endeudamiento de Venezuela es francamente vergonzante. El rendimiento pagado por el país en algunos casos triplica el de economías como Uruguay, que ha reencontrado el rumbo, mantiene sus cuentas en equilibrio y crece de forma sostenida. Venezuela y Argentina son las ovejas negras de la región al tener que cancelar una deuda cara, porque el mercado percibe que su situación económica es muy vulnerable.
En el caso de Venezuela que ha cancelado religiosamente su deuda, una tasa de 12,75% sobre sus pasivos en moneda extranjera, en un contexto de declinación de la producción petrolera, de aumento del consumo interno y sin fuentes alternas de generación de divisas, pone sobre el tapete la interrogante sobre posibilidad de pagar en el futuro esa deuda. Hasta ahora lo ha hecho, pero nadie asegura que lo pueda seguir haciendo, sino al costo de un recorte importante en el gasto social.
Si se valora respecto a otros vecinos en América Latina, la situación del endeudamiento de Venezuela es francamente vergonzante.
Por el camino que va, donde se expropian las empresas y las que eran productivas se tornan deficitarias, el país no es viable, salvo con un precio petrolero superior a los US$ 80 por barril, donde volvería transitoriamente la sensación de riqueza para después volver a caer, lo que ya ha ocurrido varias veces en el pasado reciente.
Una economía monoexportadora siempre tiene alta probabilidad de renegar de su deuda externa porque sus fuentes de generación de ingresos en divisas son altamente volátiles y limitadas. Con la deuda interna no hay problemas para el gobierno, porque siempre la puede pagar emitiendo bolívares aunque éstos no carezcan de valor. Seis años de boom petrolero sirvieron para aumentar el consumo pero no para crear riqueza sólida, estable y reproducible y hoy, agotados una alta porción de los ingresos petroleros, el gobierno concurre con el sombrero en la mano solicitando nuevos préstamos que no se sabe si los podrá pagar.
José Guerra
Venezuela: deuda grande y cara
Tal Cual
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